PENBOLIVIA, filial COCHABAMBA

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miércoles, 25 de junio de 2014

Reescribir hasta que duela

"Cuando el escritor tiene la capacidad de recrearse, que lo haga; si no lo hace, también puede morir" 



Reescribir hasta que duela


De: Giovanna Rivero 

“Lo mío es el cuento”, me dice Guillermo Ruiz Plaza en una conversación por chat. Me lo dice no para aclarar o justificar nada, sino como quien expresa un rasgo de personalidad, algo esencial a una especie o, de no existir esa suerte de determinismo, como quien se ha decidido -cual Ulises surcando mares- por una línea en el horizonte.

Me dice también que la reescritura es la mejor parte de su oficio, pues “allí cobra sentido todo”. Y estoy de acuerdo. Yo también disfruto intensamente de ese momento en que, tendidas las cartas y sus arcanos sobre la mesa, todavía y más que nunca es posible torcer el destino de los personajes o subrayar (o atenuar) sus decisiones, sus palabras, la manera en que prefiguran su presencia respecto a sus rivales en ese crucigrama de circunstancias que uno ha creado.

Reescritura y no sólo corrección, subrayo, pues en este viaje de regreso lo que importa es la mirada, que cambiando unos grados su ángulo consigue ver y revelarle al lector aristas y hendiduras en las acciones y espacios de los personajes que llevan el cuento a un nivel simbólico mejor logrado, más inquietante, mejor conectado con las aguas del subconsciente.
Es precisamente sobre esta apuesta de Ruiz Plaza, la reescritura, que quiero anotar un par de factores interesantes y puntualmente valiosos como parte de un modelo de aprendizaje. Y cuando digo “aprendizaje” no me refiero únicamente a los escritores o escritoras que recién se avientan en esa caída libre que es la escritura creativa, sino a los que estamos en permanente búsqueda, en perpetuo ensayo, con algunas certezas conquistadas pero aún muchísimas regiones de franca y desafiante oscuridad por penetrar.

Primero: Guillermo Ruiz Plaza ha reescrito todos los cuentos que forman parte del volumen La última pieza del puzzle, publicado en 2013 por la nueva y prometedora editorial 3600. Es un libro elegante debido tanto a la prosa cuidada como a un nivel de densidad que no todo conjunto de cuentos alcanza.

Como bien dicen sus editores, se trata de relatos “orgánicos y unitarios”. En la mayoría de los cuentos el mundo interior de los personajes es el núcleo que dinamiza todo el relato, aun cuando la realidad parece, en un principio, actuar por cuenta propia: un niño es el más sensible testigo del inexorable deterioro del matrimonio de sus padres; una adolescente es sometida a tortuosas prácticas de piano; un inmigrante boliviano llega a conocer el lado siniestro de los apartamentos franceses; un huérfano revisa, desde las orillas de ese otro que lo habita, la noche en que murieron sus padres. Textos, en fin, que hacen del espacio doméstico el nido más fértil para alimentar los pájaros de la extrañeza.

Este logro visible del volumen es consecuencia, creo yo, de fuerzas más profundas que se asientan en el deseo mismo de responder a la realidad con una contraparte ficticia, pero no por eso menos real, sino más inquisitiva y desnuda.  

Comparando ambos momentos creativos, uno de los cuales ya es público gracias a 3600, y el de la reescritura, cuyo proceso Guillermo ha tenido la generosidad de compartir conmigo, es posible justamente percibir el trabajo simultáneo de, por un lado, roer el hueso hasta llegar a lo que Harry Belevan llama el “episteme fantástico” y, por otro, de galvanizar a los personajes, ya sea a través de una electricidad nueva en los diálogos o a partir de una sutilmente distinta disposición de los párrafos y de los adjetivos que funcionan como discretas tuercas capaces de hacer del texto una textualidad, es decir, una dimensión alternativa o paralela, un desdoblamiento que se produce gradualmente y que deja al lector equilibrándose en un limen pantanoso.

Belevan dice que el “episteme fantástico” sólo puede ser descubierto desde una sensibilidad filosófica, aquella que tanto los personajes como el lector se verán empujados a despertar y desplegar en la medida en que el relato ponga en entredicho la realidad y ellos se sientan conminados a comprender de qué trata semejante desajuste.

Esta sensación, por llamar de algún modo a la inquietud que paulatinamente provocan los cuentos de Ruiz Plaza, es la que experimenté, por ejemplo, al redescubrir Sombras de verano. Los fragmentos del texto A, en los que el autor describía los objetos o la atmósfera desde cierta pudorosa distancia, ahora en el texto B se nos aparecen limpios, sin la intermediación de la duda, sino expuestos, metiendo de lleno al lector en ese magma oscuro, húmedo y casero que es un departamentito francés, asolado por el calor de junio, amenazado por las moscas, el hedor y la decrepitud de los vecinos.

Ni en este cuento ni en ningún otro se profanan las leyes naturales como en el clásico fantástico, sino que, insisto, Ruiz Plaza apenas nos aproxima a ese episteme de extrañeza que está siempre en el umbral de la muerte y/o la demencia.

En otras palabras, la propuesta literaria de Ruiz Plaza parece estar de acuerdo con una máxima del pensamiento cuántico, aquel que afirma que la realidad se completa con la imaginación. Sin duda, tarea por excelencia del demiurgo: poner su imaginación al servicio de un mundo que hasta ese momento es sólo una abolladura caótica de signos, palabras, sucesos sin una verdadera conexión entre sí.

El hilo que ordena ese flujo casi absurdo es su imaginación, mas no sólo la que usa para concebir el temperamento de sus personajes y el desenlace amargo o grandioso de los relatos como cadena moral, sino fundamentalmente la metaimaginación, es decir, aquella que respira como un espíritu en los personajes y por cuya puerta ingresamos a otro plano de la realidad. Eso es exactamente lo que sucede en el cuento El atributo, cuyo protagonista debe rendir cuentas de su pasado atroz antes de que un “estigma” místico cristiano le tome lo que queda de su cuerpo.

Segundo y breve: Sinceramente creo que la reescritura como ars poética, sobre todo en un escritor joven como Guillermo Ruiz Plaza, pone en evidencia la diástole de su ambición y la ascética de su humildad. Volver sobre lo publicado para hurgar en la propia cosecha y entender con renovada lucidez las zonas pantanosas y las fácilmente transparentes, es un ejercicio de altísima rentabilidad.

Es así, creo, como se construye una simbología propia, tensionándose en ese diálogo interior entre la textualidad y el impulso, poniendo además el tiempo como mediador.

Guillermo ha rebautizado este segundo momento creativo con el título de Sombras de verano, y la idea, según me ha comentado, es justamente publicar en Francia este volumen de relatos galvanizados. Ese cambio en el lugar de (re)nacimiento del libro B es profundamente coherente con este recorrido, como quien reencarna bajo una nueva configuración astrológica, no siempre desde una absoluta borradura.

Estoy segura de que los lectores también se beneficiarán de esta magnífica didáctica y camino de templanza que es la reescritura. En todo caso, Sombras de verano es la prueba de que elpuzzle ha radicalizado su naturaleza incompleta y es así como esa última pieza puede todavía ir deviniendo en contornos que nunca más se ajusten al molde original. Por ese camino parece ir la apuesta literaria de este cuentista y eso, sin duda, hay que celebrarlo. 

Fuente: Letra Siete

martes, 10 de junio de 2014

La ciudad de anillos abiertos: Entrevista a Gabriel Chávez Casazola


Entrevista a Gabriel Chávez Casazola sobre el Primer Encuentro Internacional de Poesía
Por: Cecilia Romero
Fuente: Ecdotica
Sopla el viento de mayo, liviano y húmedo; estamos en Santa Cruz de la Sierra, en alguna terraza de la ciudad nos recibe el poeta sucrense Gabriel Chávez Casazola, autor de El agua Iluminada (La Hoguera 2010) y La mañana se llenará de jardineros (La Hoguera, 2014), con su ya característico sombrero Panamá ecuatoriano, de paja toquilla, testigo y compañero de sus viajes literarios. Así, establecemos un diálogo sobre el Primer Encuentro Internacional de Poesía en la Ciudad de los Anillos en el marco de la XV Feria Internacional del Libro de Santa Cruz de la Sierra.
Un encuentro de distintas voces que arribaron de diversas geografías, 30 poetas de toda Latinoamérica y que contó con la presencia del nicaragüense Ernesto Cardenal, Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana.
- ¿A qué caminos te lleva la poesía?
Como reverberación de mi trabajo de escritura de estos últimos años, la poesía me ha llevado de la mano a varios países y ciudades donde se realizan encuentros, festivales y lecturas. Allí he podido conocer muchas voces y apreciar el valor de estos espacios, en los que poetas internacionales llevan su palabra a una nación y la siembran, al tiempo que recogen y se llevan consigo la obra de los autores del país que los acogió. Este diálogo de poéticas es enriquecedor tanto para los creadores como para los lectores.
Desde esta comprensión, actualmente procuro acercar poetas internacionales a Santa Cruz, la ciudad donde vivo, pero también a otras ciudades del país -como Cochabamba, donde se concretó la visita del ecuatoriano Xavier Oquendo, este pasado marzo, o la publicación en Kipus de un libro del argentino Carlos Aldazábal- para hacer posible una mutua escucha y un diálogo que enriquezca la poesía boliviana.
Ya van tres años en que el carácter internacional de la Feria del Libro de Santa Cruz ha sido marcado por la presencia de poetas cuya llegada a Bolivia hemos gestionado junto a Paura Rodríguez, mi compañera de vida. En 2012 arribaron varios poetas de Argentina; en 2013, uno de España y otro de México; y ahora, en 2014, seis poetas de otras tantas naciones (Colombia, Brasil, El Salvador, Nicaragua, México y Argentina) para reunirse, esta vez, en un encuentro internacional formalmente organizado como tal, gracias a una iniciativa de la Cámara del Libro de Santa Cruz, responsable del evento, en cuya planificación y realización participé junto a los poetas Oscar Gutiérrez y Víctor Paz Irusta.
Pero, además, hay otros espacios muy valiosos en Santa Cruz, como la Semana de la Poesía, que realiza el Centro Patiño, que ha traído ya a tres poetas internacionales entre 2013 y 2014, o el Postítulo de Escritura Creativa de la UPSA, dirigido por la narradora Magela Baudoin, donde se han hecho presentes ya varios autores de otras naciones, y que está convirtiéndose en un semillero de nuevos creadores en poesía y narrativa.
La delegación de poetas junto a Ernesto Cardenal
La delegación de poetas junto a Ernesto Cardenal
- La Ciudad de los Anillos fue el marco del Primer Encuentro Internacional de Poesía, ¿Podría hacer una breve evaluación de la jornada donde los poetas nacionales e internacionales se encontraron?
El encuentro se desarrolló en cinco jornadas. Se realizaron tres veladas de poesía en la Feria Internacional del Libro, con dos mesas de lectura cada una, en las cuales se escucharon las voces de casi 30 poetas. Hubo, además, una noche de lectura dedicada de forma exclusiva al poeta Ernesto Cardenal, que a sus lúcidos 89 años estuvo presente en Bolivia gracias al apoyo de Fundación “Pedro y Rosa” y el diario El Deber.
Tuvimos la presentación de cinco libros de poetas internacionales y de tres libros de poetas nacionales participantes en el encuentro. Y, además, una hermosa lectura de cierre frente al petroglifo de Samaipata.
Como decía, este tipo de encuentros permiten apreciar una diversidad de registros y visiones poéticas, tender puentes entre poetas y ampliar las posibilidades de los lectores de poesía, en un país como el nuestro donde se importan muy pocos libros del género y apenas se conoce lo que está sucediendo en la poesía contemporánea, pues estamos desconectados de los circuitos editoriales y de difusión latinoamericanos y globales.
Dicen que la poesía es el género mayor, podrías comentarnos algunas coincidencias temáticas en los autores, vale decir, un punto al que la poesía confluye y que se evidencia en el encuentro.
En lo personal, me resisto a considerar la poesía como un género literario más, sea mayor o menor. De hecho, creo que la poesía a menudo está más cerca de la pintura, de la fotografía, de la visión mística o de la intuición filosófica que de la narrativa o el ensayo.
Creo también que vivimos una época de voces singulares, donde no hay movimientos o escuelas tan marcados como en el pasado. Pese a ello, es interesante descubrir notas comunes en una y otra voz, o bien suscitaciones comunes que subyacen a la escritura de unos y otros poetas.
Verbigracia, cada vez encuentro más poetas interesados en acercar la poesía a los lectores, es desencriptarla, en hacerla más humana, más emocional, más relevante para los lectores y menos un ejercicio verbal onanístico del poeta, y esto sin que pierda calidad estética ni los diferenciales del lenguaje que le es propio.
- Sobre la participación de Ernesto Cardenal podría comentarnos ¿Cuál fue la impresión que pudiste percibir que se lleva el poeta invitado principal del encuentro sobre la vitalidad de la literatura boliviana?
La presencia de Cardenal en Santa Cruz fue muy importante por dos razones: Primero, porque permitió a muchas personas escuchar a un poeta de talla mayor, interesarse en su poesía y en la poesía -así fuera por la vía del mito que rodea al nicaragüense-, y conocer los diferentes registros de su escritura.
Sobre este último punto, quiero destacar que la lectura de Cardenal en la Feria del Libro fue especialmente valiosa, ya que escogió poemas de todas las etapas de su vida, desde sus ingeniosos epigramas para Claudia –cuyo rechazo a los requiebros del poeta sigue siendo vengado por éste per saecula saeculorum- hasta sus poemas revolucionarios sandinistas, pasando por su maravillosa etapa mística urbana, tan cercana a la cultura pop de los años 50 y 60 del siglo XX y a los miedos y quimeras espaciales de la Guerra Fría; una etapa que dio origen a una poesía única, solo posible en un monje trapense iluminado por las luces de neón de colores o por el resplandor de la bomba atómica, y que, como dice Eduardo Chirinos, vio a Dios en el humo azul de la marihuana.
Pero además, la segunda razón por la que su llegada fue importante, es porque ayudó a visibilizar el Encuentro de Poesía y la Feria del Libro, concitando la atención internacional hacia la Bolivia literaria.
Cardenal, asimismo, visitó un centro cultural en un barrio popular de Santa Cruz, el Centro San Isidro, donde se realiza el taller de poesía Poetangas, de Gustavo Cárdenas; y la plazuela Callejas, epicentro de lecturas públicas de poesía en la ciudad de los anillos, pudiendo seguramente formarse una impresión de estos espacios y, al menos parcialmente, del acontecer de la poesía boliviana.
- Pasando a otro orden de temas pero en relación con todo lo anterior ¿Cómo va tu propio proceso, esperamos nuevo libro o libros de poesía?
Acabo de presentar la edición boliviana de mi libro más reciente, La mañana se llenará de jardineros, y ahora trabajo en la revisión de dos antologías de mi poesía, una que está siendo publicada en Buenos Aires con el título de Cámara de niebla y otra en Quito, a la que debo darle nombre estos días.
También saldrá una tercera antología en Colombia antes de fin de año, y hay pendientes invitaciones a publicar en otros países, que espero lleguen a concretarse en el 2015. Tengo otro libro en preparación, este sin prisas, y aún no definí la publicación del libro de poesía mística que fue finalista del Premio “Fernando Rielo”, y que titula A la sombra de tus alas.
- Para finalizar ¿Cómo evalúas el rol de la Cámara del Libro de Santa Cruz en este encuentro?
Su papel fue central, ya que hicieron posible el encuentro y lo organizó logística, financiera y operativamente. Mi persona y los poetas Oscar Gutiérrez y Víctor Paz Irusta asesoramos y coordinamos los contenidos literarios y viabilizamos la presencia de los poetas, pero el encuentro es una actividad de la Cámara. Por cierto, los poetas organizadores estamos muy agradecidos a la Cámara del Libro, a sus directores –Jorge Luis Rodríguez, Sarita Mansilla, Peter Lewy, entre otros- y a su equipo de trabajo– Melissa Pereyra, Ninoska Heredia y tantos más-, por comprender el valor de la poesía y darnos su confianza para construir, entre todos, este encuentro.
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Al terminar este diálogo, resuena en la tarde la palabra “encuentro” como posibilidad y realidad en este abrir espacios que generó la ciudad de los anillos abiertos y así en concordancia con la impronta del paisaje, Gabriel se vuelve transparente y todo vuelve a circular en su vasto mundo interior, son ya varios años dando a luz libros y artículos, lugares donde se mantiene viva la noción celebrante donde el lenguaje versa sobre su barrio de niño, los cines, la soperas de las grandes casas, la melancolía y la memoria.