• Por: Demetrio Reynolds
"Balance de gestión", ese es el título que suelen utilizar los economistas para sus cuentas finales, cuando ya los sones de la Navidad anuncian que otra cifra se registrará pronto en el calendario. Tiene algo de trágico esa sucesión del tiempo irreversible; hay cosas que ya son del pasado y otras que vendrán con el futuro. ¿Quién puede decir lo que viene? Ese es el secreto encanto de la vida: animarse a vivir sin pensar mucho en la vuelta de la esquina.
Los escritores también tenemos nuestras cuentas, con saldos a favor y saldos en contra; con cifras de positivo balance y otras que se han marcado de rojo por la disconformidad y el descontento, saldos combinados que nos recuerdan la aleación imprevisible de la vida. El terreno llano, sin vicisitudes ni contingencias, no es de buen abono para la creación artística. Eso lo sabemos bien.
Los que somos parte de la inmensa minoría (no una muchedumbre) cotejamos esa noche nuestras "cifras" allá en el auditorio de Los Tiempos. El hecho de reunirnos aquí – dijo alguien – le da a nuestra ceremonia un toque de compromiso y de solemnidad. Por el acoso del régimen a la libertad de pensamiento y de expresión, ese tema lo tenemos en la agenda, y no se quedará en el tintero la rebelión y la protesta.
(Por casualidad, con su patético silencio, un micrófono mutilado parecía ser parte de nuestra espléndida velada). Así son las cosas.
Empero, el "saldo" que celebramos con júbilo fue la incorporación de un grupo de escritores que juraron lealtad al sin par Caballero de la Mancha, nuestro Señor don Quijote, como diría el gran poeta nicaragüense, el Rubén de: "Cuando quiero llorar, no lloro… y a veces lloro sin querer…". En Bolivia para no extraviarse con la locura de escribir hay que ser por lo menos pariente lejano del mencionado caballero.
PEN Bolivia filial Cochabamba (poetas, ensayistas y narradores) se ha enriquecido inmensamente con el ingreso de Raúl Rivero, Dennis Morales, Vanessa Giacoman, Edith Zavalaga y Miguel Lundin. Haremos juntos una sola fuerza; sacaremos a la intemperie pública nuestro emblema de lucha; mantendremos, por decirlo así, una vitrina de feria permanente, un escaparate sonoro para que nos vean y nos escuchen de lejos. Para que PEN suene y truene, hacia fuera y hacia dentro.
Como miembro honorífico, nos place la adhesión de un gran maestro de las letras. Don Adolfo Cáceres Romero ha dado el paso inicial para conformar, en la cota más alta, una referencia de autoridad que guiará con sabiduría y experiencia nuestro rumbo. Anhelamos que otros escritores de renombrado talento sean también parte del PEN Bolivia.
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