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jueves, 13 de marzo de 2014

Jorge Zabala: Su verdadero arte era la conversación: hipnotizaba y aturdía con sus ingenios, con su fina ironía inglesa

Zabala, por Jennifer Ann Gubrud. Foto: Claudia Ferrufino
Zabala, por Jennifer Ann Gubrud. Foto: Claudia Ferrufino

 Por: Jorge Komadina Rimassa
La Razón,13 de marzo de 2014


Jorge Zabala Suárez (1939-2014), poeta, ensayista, comentarista deportivo, tenista y gran brujo de la tertulia cochabambina, acaba de fallecer a los 74 años. Jorge, George para sus amigos, escribió que yo sepa tres bellos y raros libros de ensayos y poemas: Exorcismos (1971), Mundo Compartido (1968) y Las Hojas del Adivino (Plural, 1995).

Otros escritos suyos están dispersos y olvidados en artículos publicados en la prensa local, y versan sobre cine, pintura, espectáculo y libros. Le gustaba decir que el arte de un crítico de cine consistía en contar una película sin haberla visto. Esos textos están firmados con el seudónimo de Jorge Agrícola. A veces, con personas que no lo conocían, le gustaba hablar de Agrícola en segunda persona, como de un desconocido.

Pero su verdadero arte era la conversación: hipnotizaba y aturdía con sus ingenios, sus respuestas intempestivas, su erudición y su fina ironía inglesa. Era un seductor impenitente, cuyas palabras alcanzaban las más altas cimas cuando disertaba ante un auditorio femenino. Siempre encontraba analogías secretas entre los libros y los acontecimientos; se valía de los signos de lo cotidiano para descifrar el mundo de la historia, la filosofía y la política. Su pensamiento era fragmentario, nómada, rápido. Él jugaba con los argumentos, otros demostraban sesudas teorías. Los que compartieron con él en los viejos cafés de Cochabamba —El Crillón, El Horno, El Continental— cuentan que nunca perdió una disputa retórica.

Trabajó durante años en Las Hojas del Adivino, un libro cuyo hilo conductor es el imaginario occidental sobre la hoja de coca. No lograba cerrar el texto, el título nunca lo satisfacía. Cada día encontraba uno nuevo que superaba el precedente. Decenas de títulos se perdieron en sus bolsillos. Alguien le propuso una travesura digna de Macedonio Fernández: recuperar todos sus títulos en una lista y publicar un libro. ¿Cómo llamar una obra semejante? El Libro de los Títulos, respondió Zabala.

Por simpatía, ignorancia o bronca, algunas personas, gentes que viven en los “Márgenes del Rocha”, como titula uno de sus poemas, lo trataban de loco, pero él estaba convencido de que en realidad el mundo se había salido de sus goznes. En mi memoria así era el adivino Jorge Zabala, el “doble de sí mismo”.

Fuente: http://www.la-razon.com/opinion/columnistas/Jorge-Zabala_0_2014598562.html

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