Por Iván Prado Sejas*
Frente a
las necesidades literarias del pueblo cruceño, y por qué no, del pueblo
boliviano, surgió la iniciativa de un grupo de personas e instituciones, para organizar
un evento muy singular, donde participaron 38 escritores bolivianos y extranjeros.
Intervinieron autores nacionales como Giovanna Rivero, Edmundo Paz Soldán,
Homero Carvalho, Ramón Rocha Monroy, y otros. Del extranjero estuvieron Jorge
Volpi, Magdalena Gonzales, Fernanda Trias, entre otros. A este evento se lo denominó I Festival
Internacional de la Letras de Santa Cruz. Hubieron coloquios sobre distintos
temas de literatura y talleres. Lo que más me llamó la atención fue que el
festival permitió la participación de escritores no sólo de distintos géneros sino
también de distintas posiciones políticas, o diferentes ideologías. Enfatizo
esto, porque en la primera mesa de Literatura Hispanoamérica, se resaltó que lo
político está muy ligado a la literatura. Alguien menciono que ningún escritor
se salva de proyectar en su obra una ideología política. En este contexto
variado, se notó el respeto por las distintas posturas, y se escuchó con
atención la participación de los distintos escritores en diferentes mesas. A pesar de las polarizaciones y conflictos
que emergen en el ámbito político nacional y latinoamericano, en este evento se
notó una participación plena e integra de todos los escritores, en las mesas
asignadas. O sea, que, en la mayor parte del evento, pudimos convivir de forma armónica entre
escritores con distintos criterios sobre la temática literaria.y con distintas posturas políticas, entre expositores y participantes.
Para finalizar el festival se había programado la conferencia de los escritores cubanos Guerra y Navarrete. Sin embargo, al finalizar el último coloquio se nos informó que dicha conferencia había sido suspendida. Lo cual nos pego por sorpresa a todos los asistentes. En una primera instancia escuché que se había suspendido la misma porque
uno de los expositores no se encontraba bien de salud. Ya después de dos días, me enteré de
varias versiones sobre la suspensión. En la prensa se indicó que Homero Carvalho y Cecilia Kenning habían observado que la ponencia de Guerra y
Navarrete salía de la temática literaria y tenía más un carácter político. Por otro lado, Guerra y Navarrete, estando fuera de Bolivia, señalaron, en la prensa española, que se había
dado una censura.
Personalmente,
considero que para manejar el impase suscitado por Guerra y Navarrete, (y
evitar lo que sucedió y sucede ahora, con los “dimes y diretes” que surgen en
la prensa nacional e internacional), los organizadores deberían haber dejado
presentar su ponencia, tal cual, a los escritores cubanos. Y si los organizadores querían
ser estrictos en el reglamento con los cubanos, deberían haber sido también más rígidos con algunos otros escritores que se salieron del tema en sus mesas, y
hablaron más de otras cosas, y muy poco de literatura.
Y lo que
tienen que saber los escritores cubanos Guerra y Navarrete, es que los discursos
pro castrismo o discursos anti castrismo, en Bolivia, los conocemos de memoria,
por lo tanto, su charla no iba ser nada productiva y no iba tener la escucha
esperada. Entonces, era mejor que su conferencia estuviese centralizada sobre la literatura
cubana, (dentro y fuera de Cuba), conforme ellos mismos se habían propuesto al
principio, esto iba a ser más provechoso para los que estábamos en el evento.
Lamentablemente, su inmadurez, y su falta de criterio, hoy están generando
posturas disimiles entre los escritores y participantes que asistimos al festival,
asimismo, entre propios y extraños.
Este hecho
inesperado seguramente afectó a los organizadores y posiblemente estén
desmotivados para un próximo evento. Sin embargo, considero que a partir de la
experiencia conseguida, para el segundo festival, se deben tomar las medidas
preventivas necesarias. Como asistente al evento, me permito sugerir lo
siguiente:
1) Permitir una mayor participación de estudiosos de la literatura, y no dar un excesivo énfasis a la presencia sólo de escritores.
2) Evitar el sesgo de invitar solamente a escritores premiados; existen escritores muy buenos, tanto nacionales como extranjeros, que no necesariamente han recibido premios.
3) Diversificar los géneros o formas literarias para ser tratados en distintas mesas. Se puede hablar de literatura fantástica, que en este milenio emerge con mucha fuerza a partir de obras presentadas de autores consagrados y noveles con un potencial enorme. Asimismo, se puede hablar de literatura urbana, de literatura popular, de literatura infanto-juvenil, y otras emergentes; y también, no olvidarnos de la literatura histórica, literatura social, literatura indígena y otras clásicas importantes.
4) Insistir para que todos los participantes se focalicen en el tema a ser tratado, y los organizadores deben ser mucho más rígidos en el control a todos. En los eventos que se dan en USA y Europa, no permiten que uno se salga ni un ápice del libreto propuesto. En Latinoamérica, somos un poco más flexibles, y permitimos que el autor se salga entre un 5 a 15%, por colocar un número.
5) Mantener la pluralidad de ideologías, porque el debate permite un crecimiento personal y social, a pesar del incidente surgido con Guerra y Navarrete.
Desde mi percepción, el evento logró alcanzar sus metas, y considero que una buena parte de los participantes, entre escritores y aprendices de escritor, aprendimos bastante, y compartimos experiencias literarias. Y aquellos que no eran ni estudiantes ni escritores, y sólo eran lectores, también salieron muy satisfechos del evento. En este contexto, los participantes hicimos una gran labor de escucha y/o de conversación en el I Festival Internacional de las Letras de Santa Cruz. Felicitaciones a la APAC y a todas las instituciones que apoyaron este magno evento.
*Escritor, Psicólogo y Presidente del PENCOCHABAMBA
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