Melita del Carpio (*)
Cuando alguien muere en las
familias, la ausencia física convierte al ser querido en presencia inmanente.
Sus palabras, sus sueños, su herencia espiritual hace carne entre sus
allegados, es cuando se repiten sus palabras, se reverencian sus valores y uno
quisiera, de alguna manera, hacer realidad sus sueños no cumplidos. Pero cuando
muere alguien que ha dejado huella en un pueblo y su patrimonio es social,
entonces, la comunidad toda necesita recoger y reconstruir su legado.
Mario Leyes, bailarín,
coreógrafo, maestro de generaciones de artistas de la danza, investigador, ha
partido; pero su vida, su trabajo artístico, sus afanes, sus sueños, sus
escritos son ya un patrimonio que necesitamos conocer, reconocer, reverenciar y
seguir.
Amó la danza y consagró su
vida a ella. Trabajó incansablemente en los ámbitos clásico, neoclásico y
folklórico como bailarín, luego como coreógrafo y formador de cientos de
artistas. Llevó a Bolivia bailando por el mundo con sus aclamadas coreografías
siempre sustentadas en investigaciones serias. Cosechó aplausos y
condecoraciones, premios nacionales e internacionales. Fundó el Ballet
Folklórico de Cochabamba, la Academia Departamental de la Danza, y otras
instituciones artísticas. Fue gran impulsor del Festival Internacional Luzmila
Patiño y de Podanza, asociación de maestros de la danza que aglutina a los más
importantes coreógrafos de Cochabamba.
Mario Leyes nos dejó la
herencia de la calidad y la autoexigencia en el arte. Sus coreografías,
principalmente en la danza folklórica, tuvieron siempre un nivel estético
extraordinario por su creatividad, dinamicidad, fuerza, hermosura en el
vestuario, nivel de desempeño de los bailarines y principalmente, consecuencia
con la tradición y la identidad cultural. Nunca desfiguró a título de
“espectacularidad” esa tradición que conocía a fondo.
Marcó un antes y un después
en la danza folklórica de Cochabamba y de Bolivia. Elevó la danza folklórica a
categoría de ballet. De ese emblemático primer grupo de artistas con el que
fundó el Ballet Folklórico de Cochabamba en los 70, emergieron grandes
bailarines y coreógrafos que tomaron sus propios rumbos: Melo Tomsich, Martha
Levy, Walter Albarracín, Hortensia Salamanca, Stella Pando, Gonzalo Canedo,
Teresa Quiroga, Hugo Ara, Jesús Pérez, Fernando Ballester y muchos otros. Mario
Leyes fue toda una escuela de creatividad, profesionalismo y entrega al arte y
marcó una Época de Oro en la danza folklórica.
Su pensamiento está
sistematizado en su libro “Apuntes sobre danza y baile folklórico boliviano”,
publicado en 2015 por Verbo Divino. La vida le permitió dejarnos esta otra
herencia que refleja al investigador y antropólogo de la danza folklórica
tradicional.
Quienes conocimos su faceta
gentil, humana y su corazón de artista, guardamos con la gratitud y la
admiración también una lágrima de añoranza. Hasta siempre, Maestro.
(*) La autora es miembro del PEN Bolivia-Cochabamba.
Fuente: http://www.lostiempos.com/lecturas/varios/varios/20160220/el-legado-de-mario-leyes_333755_742117.html