Fuente: http://www.lostiempos.com/lecturas/varios/varios/20130825/respuesta-a-un-joven-critico_225806_487654.html
Por: Adolfo Cáceres Romero
Amo entrañablemente a mi país. Amo su cultura, que es riquísima y
variada; amo su literatura y de ahí que le he dedicado gran parte de mi
vida. Los cuatro tomos de mi “Nueva Historia de la Literatura”, son una
muestra de ello. Aun sacrificando los cuentos y novelas que tengo a
medias, voy trabajando el V volumen, dedicado, por una parte, a la
literatura boliviana en el exilio y, por otra, a la novísima narrativa
del siglo XXI.
Leo todo cuanto puedo, entre el sueño
y la vigilia, porque, a los 76 años ya no me queda el tiempo que tenía
cuando bordeaba los 30. Por ello descanso poco. Escribo porque con ello
se me ilumina la vida. No espero nada más que se me lea, sin pensar en
aplausos ni pergaminos. Aspiro a no haber vivido en vano, a ser útil.
Aunque no me crea el joven Lavayén, amo la Carrera de Literatura de la
UMSA, porque es la única que existe en el país y quiero que sea
respetable y magnífica.
Existen talentos y figuras
valiosas en su seno, lo sé. Pero algunos se muestran soberbios e
infalibles. Consentidos, creen que todo lo que dicen está bien y nadie
se atreve a tocarlos. No podía mentir y decir que su “Literatura y
Democracia” era impecable si descubrí que no era así.
La
suficiencia de ese equipo es dañina, por eso les señalo sus
limitaciones. Exageraron tanto con Juan Pablo Piñeiro, al punto de que
este narrador se creía único y supremo. Para escribir su segunda
novela, luego del éxito de “Cuando Sara Chura despierte” (2003), dijo
que se iba a Cobija, a fin de concentrarse en su nueva novela y que no
iba a leer a ningún otro escritor. Lamentable error. Cuando se escribe
es el momento en el que más se debe leer. Vargas Llosa nos confiesa que
antes de escribir leía a sus modelos, especialmente a los poetas.
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