Experiencias de investigación y vida en torno a los matriarcados
por Alejandra Carranza Gómez-García
En tanto las madres en la franja de Gaza huyen del terror, la muerte de
sus hijos, la destrucción de sus casas, sus ciudades y sus sueños, aquí algunas
madres y quienes somos afines a la cultura de paz exigimos un esfuerzo por la
búsqueda de una paz no idealista, que tenga un sustento en ejemplos de
sociedades con un tipo de organización que hace posible la continuidad de la
vida. Es tal nuestra responsabilidad como investigadoras de la experiencia de paz,
es tal nuestra responsabilidad como estudiosas de las sociedades matriarcales.
Al aceptar la existencia de otros mundos que ya son posibles en armonía, se
comprenderá que la solución debe darse a escala también global, pues no sólo
los problemas son los mismos en distintas partes del mundo, aunque en diferentes
grados, sino que de igual modo las evidencias arqueológicas, antropológicas y
filosóficas (por lo tanto, en diversas culturas) apuntan a una misma propuesta
organizativa que se identifica como matriarcal, de acuerdo a los estudios que
ha sistematizado la filósofa Heide Göettner-Abendroth, entre otros autores.
El resultado de esta tendencia que estamos marcando en nuestro país con
las líneas de pensamiento del matriarcado, como de las culturas de paz, ha
decantado, por ejemplo, en la tesis de filosofía de Renato Choque Flores: “Ayni,
concepto homeomórfico pro paz y vida”, que ha sido aprobada con honores en la
carrera de Filosofía y letras de la ciudad de Cochabamba este 2013, y de la
cual tuve el placer de ser tutora. Esto es lo que buscamos hacer sembrando
estas vetas investigativas: orientar la exploración de nuestras culturas de
modo que puedan ser un aporte a la formación de un mundo más apto a la vida para
las siguientes generaciones biológicas, no sólo humanas.
El pensar lo político más allá del Estado pasa por pensar las sociedades
más allá del patriarcado. En ese sentido, el gran vacío criticable en los
feminismos es que han tardado en reconocer y, en algunos casos, continúan desconociendo
la importancia de la existencia de las sociedades indígenas de paz, que son
matriarcales, y una evidencia viva e histórica de lo que son las organizaciones
humanas armónicas con la vida. La intención final de esta exposición es que se
distinga el para qué del ser indígena, dado que en la historia se ha
identificado éste con la rebelión y la violencia que conlleva la liberación, la
emancipación, olvidando la verdadera esencia de las culturas, así como dando
lugar a su manipulación y utilización como carne de cañón, cada vez que se da
una revuelta social. Las masas sacrificadas son de gente indígena, como se les
denomina, pero en realidad el ser indígena de paz se identifica con una actitud
armónica con la vida, principalmente, y no con el color de la piel o el
folklorismo capitalista.
Parto por manifestar que esta ponencia fue parte de las IV Jornadas de
Fundamentos y Aplicaciones de la Interdisciplina (JFAI, abril de 2023), un
evento que tuvo el objetivo de reunir a investigadores y estudiantes de
diversas disciplinas académicas cuyos trabajos están atravesados por preguntas
multi, inter o transdisciplinarias, para discutir los fundamentos y
aplicaciones de la investigación interdisciplinaria, así como los roles de los
investigadores y las problemáticas comunes a las líneas abordadas. Estas
jornadas fueron organizadas por investigadores de universidades de
Latinoamérica, como la UBA, la UNAM, el CONICET y la agencia I+D+i. La ponencia
fue incluida en la mesa “Construir conocimiento desde la imagen, la voz y el
cuerpo”, pues el videoarte “Lo materno” acompañó esta disertación, recurriendo
a lenguajes poéticos intermediales que exploran el concepto de lo materno desde
distintas posibilidades de expresión, reforzando la exposición teórica y
proponiendo una manera de comprensión sensorial y racional simultánea.
Los resultados de la tesis “Filosofía de la educación matriarcal como
filosofía de paz” (2018), de mi autoría, son la base de esta exposición que es
actualizada y ampliada en su horizonte de alcance gnoseológico, pues se
contrastan los resultados teóricos y biográficos de la filósofa alemana Heide
Göettner-Abendroth, fundadora de HAGIA, Academia de Estudios Matriarcales, y la
experiencia de vida y obra del líder kurdo Abdulah Öcalan, que se encuentra ya
24 años secuestrado y preso por el gobierno de Turquía, por las características
de su cultura, con rasgos identificables como los de los matriarcados
ancestrales más antiguos del mundo y que perviven hasta el día de hoy, en la
resistencia, en medio de un patriarcado radical islamista.
Lo materno es la temática que me ha ocupado y preocupado incluso antes
de haber tenido la experiencia de ser madre biológica, pero sí a partir de mis
indagaciones en la filosofía y todas aquellas ramas del pensamiento que han
surgido de las mujeres y los hombres que se han dislocado de una lógica
netamente patriarcal y logofalocéntrica. Como un efecto de estas indagaciones,
llegué a la conclusión de que lo materno debe comprenderse más allá del género,
más allá de lo biológico y más allá de lo humano. Además, debe abordarse más
allá de los conceptos, desde una experiencia sensible, estética, artística y
vivencial, de experiencia propia de vida en sus distintas posibilidades. La
influencia que me llevó a estas conclusiones han sido obras como “Potencia de
la vida” de Raúl Prada Alcoreza, y “Orígenes de la civilización”, así como
“Civilización capitalista” de Abdulah Öcalan. Los matriarcados y las propuestas
de sociedades de paz no van a partir sólo de los feminismos, sino de una
comparativa de los resultados a los que están llegando distintos activistas y
personalidades intelectuales del mundo, más allá de su género o de su cultura.
Ése es el reto de comprensión que permite un acercamiento a lo que
fueron y son los matriarcados, las sociedades indígenas de paz que se
mantuvieron y se extendieron durante milenios en el mundo, y de las cuales
tenemos ejemplos vivos en todo el mundo. Éste es un paradigma civilizatorio
universal al que se apunta en la búsqueda de un modelo de sociedad afín a la
vida, y aquí recae la importancia de la preocupación por esta temática, pues
nos encontramos en un estado permanente de crisis civilizatoria que amenaza la
continuidad de la vida en el mundo. Hallar coincidencias, sincronías y
afinidades entre personalidades como las que nos ocupan en este ensayo tiene la
intencionalidad de, precisamente, hacer un abordaje intercultural, que si bien
parte de culturas que se encuentran lejos de nuestras territorialidades, son
raíces teóricas y empíricas de aquel camino que debe identificarse en nuestras
propias culturas indígenas para caracterizar su verdadera esencia de culturas
de paz, que es lo que son.
Con esta breve introducción, queda claro por qué estas investigaciones van
más allá del tema de género y que tiene sus raíces en culturas ancestrales que
no han sido debidamente estudiadas y aceptadas por la postura oficial de la
academia. Ahora bien, comenzando el acercamiento a las bases de lo que son los
estudios matriarcales, cabe destacar la labor de la arqueóloga lituana Marija
Gimbutas, quien hizo las excavaciones en todo lo que fue la Europa indígena
ancestral, en la década de los 60’ del siglo pasado (a pesar de haber sido
devaluados sus hallazgos en aquella época por el machismo imperante), y
encontró los orígenes de los matriarcados también en las regiones de medio
oriente. Cruzando los resultados investigativos de la arqueología y recurriendo
también a la antropología, para acercarnos a la cultura kurda, es posible identificar
que esta forma de organización alternativa a los patriarcados continúa
existiendo en esos territorios que justamente se encuentran muy cerca de la
región que está siendo víctima de genocidio en este momento.
Nada de esto es casual, no existen coincidencias desafortunadas
aleatorias en geopolítica. El extractivismo, por ejemplo, que es la sed macabra
que lleva a las guerras y continuos estados de saqueo de la naturaleza, es una
expresión del patriarcado y el capitalismo, y como tal debe abordarse en sus
raíces. Las manifestaciones políticas que están sucediendo en el mundo muestran
esa necesidad de un giro en el modelo de desarrollo de las sociedades a uno
acorde a la continuidad de la vida. La quema de velos que se dio el año pasado
en medio Oriente, por el asesinato de la joven Masha Jina Amini, que por cierto
era kurda, fue una expresión viva del rechazo al patriarcado radical islamista
que tiene secuestradas a las mujeres, como estrategia y parte del secuestro de
la vida misma. Pero estos eventos deben conmovernos también, aunque se hayan
dado al otro lado del globo, puesto que aquí también tenemos una experiencia de
un patriarcado radical que sitúa a Bolivia entre los primeros lugares en las
estadísticas de feminicidios. Por ello, no debe sernos ajena su lucha. El
simbolismo de la quema de velos tendría que ser también nuestro estandarte y no
sólo de las mujeres, pues existen distintas maneras de manifestar el poder y la
dominación patriarcal, que no solamente van a ser ejercidas por los varones y
que también van a afectar a ellos. El tema es la violencia: cómo enfrentar la
violencia desde un paraguas civilizatorio que sea más afín a la vida.
Para empezar a hablar de Heide Göettner-Abendroth, ella es una mujer que
ha estudiado filosofía y que durante su carrera empezó a indagar el tema de los
matriarcados, pero en su época no había dónde buscar, no había referentes
teóricos más que Bachofen, que hizo una obra sobre esta temática pero de una
manera muy sesgada, sin bases antropológicas y arqueológicas, que es lo que se
necesita para dar un sustento al estudio de las sociedades matriarcales. Lo que
hizo Heide Göettner-Abendroth fue esconder sus investigaciones hasta que logró
sacar la licenciatura en filosofía, porque cuando se enteraron que ella estaba
estudiando sobre los matriarcados, no solamente comenzaron a ridiculizarla,
sino que además amenazaron con quitarle la matrícula de continuar con ellos.
Esto fue hace tan sólo 40 años atrás, en una universidad alemana, y una podría
pensar que en occidente las mujeres pueden estudiar de una manera tranquila,
pero no es así. Décadas antes, los hallazgos de Marija Gimbutas también habían
sido rechazados por una universidad estadounidense solamente por estar
liderados por una mujer.
Ellas sufrieron esa discriminación académica, pero continuaron con sus
investigaciones. En el caso de Heide Göettner-Abendroth, una vez que salió de
la universidad empezó su viaje por el mundo para conocer las sociedades
matriarcales vivas, haciendo ella misma etnografías, haciendo también de
antropóloga para sistematizar todo esto en su obra “Sociedades matriarcales
alrededor del globo”. Otra obra que tiene esta misma autora es “Sociedades de
paz”, más reciente, pero en 2005 ella fue nominada al Premio Nobel de la Paz
porque su investigación la dirige a interpretar las sociedades matriarcales
como culturas de paz. Entonces, una vez que hubo concluido sus estudios en la
universidad, también tuvo la iniciativa de fundar la Academia HAGIA de estudios
matriarcales modernos que hasta el momento continúa trabajando y reuniendo a
distintas investigadoras e investigadores en torno a esta temática. La
propuesta es mirar hacia atrás, basarse en resultados arqueológicos y
antropológicos, pero proyectar también hacia adelante posibles sociedades
matriarcales, porque vemos que tienen una manera de desarrollarse afín a la
vida.
El año 2005, cuando se llevó a cabo un congreso mundial de estudios
matriarcales, se hizo una declaración de políticas matriarcales, y es en este
punteo que hace cada uno de los investigadores en lo que me baso para comparar
esto con lo que está sucediendo y lo que es en medio oriente, en Kurdistán, en
específico, el confederacionalismo democrático y la figura de Abdulah Öcalan.
Ahora, es preciso conocer quién es este líder kurdo y cuál es la relación que
encuentro entre los matriarcados y lo que es “Jin, jan, asadí”: “Mujer, vida y
libertad”, la lucha por la vida, la mujer y la libertad. ¿Cómo esto tiene una
relación directa con estos lineamientos de políticas matriarcales? ¿De qué
manera personas occidentales o de influencia occidental coinciden con estas
luchas sociales que está liderando Abdulah Öcalan desde el confinamiento, pero
que todas las mujeres y hombres están enfrentando en las calles día a día en
medio oriente? ¿Qué importancia tiene todo esto para la reproducción y
constante retoñar de nuestras culturas? Son preguntas que motivan continuar con
estas investigaciones e intuiciones, pero no sólo desde la teoría, sino también
desde la capacidad creativa que habita en cada uno.
Ha conmovido al mundo cómo hombres y mujeres en Irán han comenzado a
quemar los velos y luego nos ha horrorizado lo que ha ocurrido a partir de las
últimas guerras. Y lo que tenemos que enfrentar es un orden establecido
civilizatorio que está a favor de la muerte, a favor de la guerra, y la manera
de enfrentar esto es con cuestiones concretas, con un sustento político, como
el confederacionalismo democrático, que en realidad propone una nación sin
Estado, siendo Kurdistán un territorio que no es reconocido, pero que tiene una
forma de organización a partir de las asambleas, por ejemplo. Que sirva esta
comparativa de fomento a la curiosidad de nuestros investigadores.
Mi intención es hacer una crítica constructiva a los feminismos e
indigenismos, pues en Bolivia el oficialismo se ha apoderado de un discurso
indigenista y lo ha mal utilizado, y hasta ahora estamos viviendo las
consecuencias de esa manipulación y de cómo se ha empezado a controlar a partir
de esto. A pesar de esas formas, lo que ha hecho el Estado supuestamente
progresista ha sido implementar políticas neoliberales que van en contra de la
vida. Y la pregunta es: ¿Por qué desde Bolivia miro hacia occidente y hacia
medio oriente? La intencionalidad es mirar a esas maneras de organizarse, estos
paradigmas pacíficos, que nos llevan a pensar que la paz no es una idea
abstracta, sino que se puede construir día a día con esta quema de velos
simbólica que también estamos haciendo al desvelar los matriarcados hoy.
Ésta es sólo una aproximación a la propuesta que hago, que es aunar los
esfuerzos de vida, tanto de investigadoras como de investigadores, de
activistas por la vida de oriente, de occidente, de medio oriente, de
Latinoamérica y del mundo entero, que están coincidiendo en que el paradigma
matriarcal nos conduce a tener culturas de paz o que las culturas del paz
requieren ser sembradas con urgencia en el planeta.
Más sobre el confederacionalismo democrático kurdo:
https://www.kurdistanamericalatina.org/solidaridad-con-el-pueblo-kurdo-desde-abya-yala/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=solidaridad-con-el-pueblo-kurdo-desde-abya-yala