PENBOLIVIA, filial COCHABAMBA

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lunes, 11 de enero de 2016

La globalización de la Literatura Boliviana





Willy Oscar Muñoz, Los Tiempos

La publicación de “Peajes. Cuentos que se pagan” de Galia Yaksic, que Grupo Editorial Kipus acaba de publicar, es sintomático de una realidad actual en la producción literaria nacional, la que problematiza el alcance del concepto de literatura boliviana. ¿Es literatura boliviana la última producción de Edmundo Paz Soldán o Giovanna Rivero? Por su residencia en los Estados Unidos, ellos son considerados “escritores latinos”, una forma de expropiación que se olvida del origen boliviano de estos escritores. De la misma manera, Rodrigo Hasbún, que también escribe desde el exterior, tiene los dos pies puestos, simultáneamente, en otras tierras y en ésta, como la protagonista de su novela “El lugar del cuerpo”.
Galia Yaksic pertenece a esa generación de escritores bolivianos jóvenes con larga residencia en otras tierras y que se ha nutrido de otras culturas. Su colección de cuentos sugiere que Bolivia es un punto en el concierto de naciones. Temáticamente, su texto es representativo de la globalización de la literatura boliviana, de aquella que ha expandido su horizonte temático a espacios extranjeros, a la vez que está genuinamente enraizada en el territorio nacional. Ella, como boliviana, ficcionaliza sus experiencias en otros territorios, lo cual da lugar al inevitable extrañamiento, a la alienación, a la conflictiva comparación del aquí y del allá, a la añoranza del terruño natalicio y al anhelo del retorno. Estos son los ladrillos temáticos con los que Yaksic construye sus cuentos, protagonizados generalmente por personajes femeninos, a menudo profesionales exitosas en el exterior, incorporación que signa el paso significativo de la mujer boliviana que se labra un espacio privilegiado en el mundo contemporáneo.  
“Peajes” está dividida en cuatro partes, “La espera”, “La mente”, “Los versos y “La libertad”. Cada parte contiene tres cuentos. La característica principal de esta colección es la descentralización territorial y la acción en tiempos cibernéticos. Los cuentos tienen lugar en los más diversos espacios, desde un centro minero del altiplano hasta Estocolmo; desde la especificidad de un mercado callejero boliviano hasta los fríos túneles de un metro que se dirige a un campo de refugiados políticos en Kiruna. Simultáneamente, la diversidad cultural fundamenta varios cuentos. Tematiza la condición de la exiliada, quien observa una cultura diferente, a la vez que es percibida como extranjera. El espacio codificado es amplio: desde culturas en las que se vive a la carrera, donde los amores son de minutos, hasta la especificidad de lugares pobres de nuestra tierra. Asimismo, Yaksic codifica una diversidad de emociones de personajes en diferentes espacios. Así, ficcionaliza la unión de una mujer con el hombre amado de otra cultura, quien profesa un sistema de creencias muy diferente a la boliviana. A través de él conocí a Dios, afirma la narradora. En los pasajes de este cuento, “El que siempre sonríe o la fe”, se imbrican lo poético, lo erótico y lo místico. Dice ella: él “cantó la ciencia que yo no conocía hasta que pude comprender que en él se había escrito con letras finas un carácter sublime, que conocerlo era deleitarse con el estilo de una única y monumental obra de arte”, como lo es esta colección de cuentos.
El tema del exilio y del retorno a la patria son recurrentes. Entre sus variantes están la alienación en tierras extrañas, el paulatino cambio de cultura que crea un cisma entre una desolada madre boliviana y sus hijos, enajenación descrita simbólicamente como el quitarse un abrigo pesado para ponerse encima armaduras complicadas, impenetrables culturalmente para la madre. Sin embargo, el retorno de los personajes a la patria también pone al descubierto la marginación, el racismo, la discriminación, así como las diferencias generacionales de una juventud que juzga los males sociales de sus mayores. Así Yaksic desentraña la relación de nuestro pasado indígena y su herencia tanto cultural como racial a nuestra realidad contemporánea.
El lenguaje de los cuentos de Yaksic confiere a estas ficciones una dimensión alegórica. El hilvanado de los signos escriturales de su lenguaje explosiona el tradicional significado de las palabras, ellas significan más de lo que se lee, devienen un medio epistemológico que ponen al descubierto la profundidad de sentimientos ante determinadas situaciones culturales. Su lenguaje funciona como la metonimia de la cultura. Los lectores no pueden más que parar la lectura y cavilar sobre frases como “hay idiomas que son caricia y otros que son sopapo. Hablar diferente es sentir diferente”. ¿Cuántas relaciones socioculturales profundas emanan de estas frases? Con este manejo del material lingüístico Yaksic construye sus cuentos, a veces poéticos, pero siempre incisivos, inteligentes. Esta colección de cuentos confirma la posición de vanguardia que Galia Yaksic ya se venía labrando con su anterior producción literaria en nuestro país.

(*) El autor es escritor y miembro del PEN-filial Cochabamba.
Fuente: http://www.lostiempos.com/lecturas/varios/varios/20160109/la-globalizaci%C3%B3n-de-la-literatura-boliviana_328978_730882.html

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