PENBOLIVIA, filial COCHABAMBA

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lunes, 11 de marzo de 2024

En memoria de Gaby Vallejo

 

Gaby Vallejo y su editor Werner Guttentag (al centro), en una reunión de PEN


"¿Literatura en Bolivia? ¡Imposible!", me dijo una vez alguien cuando quise debatir con él sobre literatura boliviana –y eso es exactamente lo que está escrito en la contratapa del libro "Guttentag - La vida del editor judío Werner Guttentag entre Alemania y Bolivia", que publiqué hace algunos años.  Lo "imposible" se hizo "posible" en 1950, cuando Werner Guttentag, que había llegado a Bolivia como refugiado judío-alemán a finales de 1939, tomó la trascendental decisión de difundir la literatura boliviana en su recién fundada editorial Los Amigos del Libro. Una de las primeras autoras que publicó fue Gaby Vallejo, nacida en 1941 en Tarata, bastión de los poderosos terratenientes en una época en que los indígenas todavía eran peones en las haciendas como siervos sin voz ni voto.

De niña, Gaby Vallejo fue testigo de la revolución de 1952, cuando los siervos fueron liberados del régimen feudal y la tierra se repartió a quienes la trabajaban. Describió estos acontecimientos en su novela "Hijo de Opa", con la que ganó en 1976 el premio de novela "Erich Guttentag" establecido por el editor Werner Guttentag. Desde entonces, el libro se convirtió en un clásico de la literatura boliviana y en uno de sus mayores éxitos de venta. A parte de innumerables reediciones, fue traducido al inglés y llevado al cine. La obra no sólo manifiesta los destinos humanos de las víctimas, sino también de los agresores a través de los hijos de un terrateniente que lo pierden todo en la reforma agraria mencionada. El latifundio y la servidumbre, implantados a la llegada de los españoles en el siglo XVI y mantenidos hasta 1952, eran sin duda las principales causas de las injusticias sociales y raciales que aún hoy existen en Bolivia hasta hoy en día pese a los importantes progresos que se han logrado en los últimos tiempos.

Ya en 1973, la joven escritora se dio a conocer cuando, en plena dictadura militar, publicó la novela "Los Vulnerables", en la que reflexionaba sobre el entorno y el fracaso de la guerrilla urbana a través un grupo de adolescentes y estudiantes que apoyaban la lucha del Che Guevara en Ñancahuazu. "Sí, claro, era literatura de protesta, de denuncia y crítica social en el sentido del Che Guevara", afirmó en una de nuestras conversaciones. Gaby Vallejo y otros escritores de mentalidad abierta, incluido su editor Guttentag, arriesgaron literalmente su pellejo en aquella época. Este círculo adquirió una gran notoriedad no sólo en Bolivia, sino también en el resto del continente y con sus libros contribuyó, sin ninguna duda, decisivamente a crear el clima intelectual para el retorno a la democracia y a lograr una fortificación de los valores nativos en la sociedad boliviana.

Tras el retorno a la democracia en 1982, Gaby Vallejo fue una de las primeras autoras bolivianas que abogó en sus libros por la emancipación de la mujer. Inolvidable quedó el episodio en el que, con motivo del 50 aniversario de la editorial Los Amigos del Libro, rechazó un ramo de flores que quisieron entregarle. "Todos los varones recibieron un paquete de libros y las mujeres un ramo de flores", contó sonriendo. "Cuando llegó mi turno, agarré el micrófono y dije que yo era una mujer que leía posiblemente más que todos los hombres juntos que habían recibido un paquete de libros, así que, por favor, que a mí también me regalen libros en vez de flores. Me dieron los libros, y entregué mis rosas al hombre que subió al escenario a continuación".

Gaby Vallejo, maestra y pedagoga de formación, también escribía literatura infantil, y eso con el mismo compromiso que mostró en la literatura de protesta y de mujeres. Ejemplos de ello son los cuentos "Juvenal Nina" (1981) y "Mi primo es mi papá" (1989). Juvenal Nina es un niño campesino que es transportado milagrosamente al pasado y experimenta la grandeza de sus antepasados, los incas. En "Mi primo es mi papá" influyó la experiencia de vida de la propia escritora referente al machismo y la violencia, muy extendidos en nuestro país. Según sus palabras, escribió la historia para concientizar a sus hijos respecto al tema, entre ellos Américo que más tarde lo perdió trágicamente por una enfermedad.

Igualmente demostró su compromiso para los más pequeños, cuando con un grupo de profesoras fundó una biblioteca para niñas y niños socialmente desfavorecidos, llamada Thuruchapitas, "mejillas de barro". Parte de esta actividad consistían en la organización de rondas escolares, mesas redondas de niños lectores, diferentes talleres y campañas de lectura en las cuales, por ejemplo, varios autores leyeron sus obras en micros de transporte público. Enseñó durante mucho tiempo como docente de literatura en la Universidad Mayor de San Simón y fue la iniciadora y presidenta del centro PEN Bolivia, una asociación internacional de escritores que defiende la libertad de expresión.

Durante su gestión en PEN, una vez el gobierno retrasó el pago de un importante premio de literatura, dotado con una suma de dinero, porque el ganador había sido supuestamente "racista" y había publicado artículos de prensa críticos con el Gobierno. "Una democracia no tiene por qué tener miedo a las palabras", declaró en esa oportunidad valiente y públicamente. "Sólo las dictaduras tienen miedo a las palabras". Gaby Vallejo acababa de cumplir 70 años en ese momento y no estaba cansada ni callada para nada – y así fue hasta el día de su sorpresivo fallecimiento hace unas pocas semanas atrás.

Por Stefan Gurtner, educador y escritor, miembro de PEN-Bolivia filial Cochabamba


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