Willy Oscar Muñoz, Los Tiempos
El periodo histórico entre
la Revolución Nacional de 1952 y la guerrilla en los 60 ha sido un tema
frecuente entre los escritores bolivianos, contexto que Rodrigo Hasbún
ficcionaliza nuevamente en “Los afectos”.
No se trata precisamente de
una novela histórica, sino de la historia de una familia alemana que se asienta
en Bolivia a pocos años de la Revolución del 52. Las dos partes de esta novela
contienen una polifonía de voces, la que registra la memoria de los personajes
sobre su paulatino alejamiento.
Con una economía de
palabras, Hasbún va construyendo los deseos, amores, infidelidades, fracasos y
el distanciamiento de los miembros de esa familia. Cada personaje rememora
desde su propio tiempo y desde distintos espacios, alejados por su propia
voluntad, por las contingencias históricas o por la distancia entre un
continente y otro. Cada narración está separada de las otras, estrategia que no
sólo estructura la novela, sino que representa, simbólicamente, la
fragmentación de esta familia.
Minuciosamente Hasbún va
revelando la psicología de sus personajes, los fundamentos de su alejamiento.
Dado que la novela tiene
lugar en un tiempo histórico de conflicto, el espíritu rebelde de Monika la
impele a involucrarse en la guerrilla urbana, hasta constituirse en un enlace
importante, además de amante de Inti y ejecutora de misiones revolucionarias.
De esta manera se entreteje la ficción con la historia nacional.
Como un artífice consciente
de su trabajo, Rodrigo Hasbún arma las diferentes partes que estructuran su
novela, para lo cual recurre a diferentes registros literarios: es una novela
lírica, pero también de aventura –la expedición en busca de los tesoros del
Paitití–, contiene fragmentos biográficos y es, en partes, novela de la
guerrilla. Estas modalidades están artificiosamente reunidas en un todo
literario coherente. La expedición al Paitití, que parece estar desvinculada
del resto del argumento, se relaciona a nivel simbólico: la búsqueda de tesoros
se asemeja también a la búsqueda de construir una sociedad más justa mediante
la utopía revolucionaria. La expedición arqueológica del padre queda en la
nada; los restos de su excelencia como fotógrafo son unas fotos viejas, apenas
visibles debajo de la mugre que el paso del tiempo ha dejado. De la misma
manera, el intento revolucionario queda en la nada.
El último capítulo, impreso
en itálicas y en la voz de un narrador omnisciente, versa sobre el padre de esa
familia: un viejo acompañado sólo por sus perros, quien hace cavar lo que va a
ser su tumba. Es un pobre hombre que “da asco y pena, débil, mugriento, ya más
del otro lado que de este”. Se rumorea en el pueblo que a una de sus hijas “los
militares habían ultrajado de la peor manera posible. Otras dos se fueron para
nunca volver”.
“Los afectos”, es, pues, la
historia de los sentimientos contradictorios de los miembros de una familia,
historia que toca las fibras más íntimas de los lectores. Es la historia de una
familia que el tiempo se encarga de borrar, lo cual resulta simbólico de la
poca trascendencia social de las guerrillas en la historia nacional. Si bien la
novela muestra los defectos y desafectos de una familia fragmentada, como
proceso escritural, “Los afectos” se caracteriza por su excelente factura
literaria.
El periodo histórico entre la Revolución Nacional de 1952 y la guerrilla en los 60 ha sido un tema frecuente entre los escritores bolivianos, contexto que Rodrigo Hasbún ficcionaliza nuevamente en “Los afectos”.
No se trata precisamente de una novela histórica, sino de la historia de una familia alemana que se asienta en Bolivia a pocos años de la Revolución del 52. Las dos partes de esta novela contienen una polifonía de voces, la que registra la memoria de los personajes sobre su paulatino alejamiento.
Con una economía de palabras, Hasbún va construyendo los deseos, amores, infidelidades, fracasos y el distanciamiento de los miembros de esa familia. Cada personaje rememora desde su propio tiempo y desde distintos espacios, alejados por su propia voluntad, por las contingencias históricas o por la distancia entre un continente y otro. Cada narración está separada de las otras, estrategia que no sólo estructura la novela, sino que representa, simbólicamente, la fragmentación de esta familia.
Minuciosamente Hasbún va revelando la psicología de sus personajes, los fundamentos de su alejamiento.
Dado que la novela tiene lugar en un tiempo histórico de conflicto, el espíritu rebelde de Monika la impele a involucrarse en la guerrilla urbana, hasta constituirse en un enlace importante, además de amante de Inti y ejecutora de misiones revolucionarias. De esta manera se entreteje la ficción con la historia nacional.
Como un artífice consciente de su trabajo, Rodrigo Hasbún arma las diferentes partes que estructuran su novela, para lo cual recurre a diferentes registros literarios: es una novela lírica, pero también de aventura –la expedición en busca de los tesoros del Paitití–, contiene fragmentos biográficos y es, en partes, novela de la guerrilla. Estas modalidades están artificiosamente reunidas en un todo literario coherente. La expedición al Paitití, que parece estar desvinculada del resto del argumento, se relaciona a nivel simbólico: la búsqueda de tesoros se asemeja también a la búsqueda de construir una sociedad más justa mediante la utopía revolucionaria. La expedición arqueológica del padre queda en la nada; los restos de su excelencia como fotógrafo son unas fotos viejas, apenas visibles debajo de la mugre que el paso del tiempo ha dejado. De la misma manera, el intento revolucionario queda en la nada.
El último capítulo, impreso en itálicas y en la voz de un narrador omnisciente, versa sobre el padre de esa familia: un viejo acompañado sólo por sus perros, quien hace cavar lo que va a ser su tumba. Es un pobre hombre que “da asco y pena, débil, mugriento, ya más del otro lado que de este”. Se rumorea en el pueblo que a una de sus hijas “los militares habían ultrajado de la peor manera posible. Otras dos se fueron para nunca volver”.
“Los afectos”, es, pues, la historia de los sentimientos contradictorios de los miembros de una familia, historia que toca las fibras más íntimas de los lectores. Es la historia de una familia que el tiempo se encarga de borrar, lo cual resulta simbólico de la poca trascendencia social de las guerrillas en la historia nacional. Si bien la novela muestra los defectos y desafectos de una familia fragmentada, como proceso escritural, “Los afectos” se caracteriza por su excelente factura literaria.
(*) El autor es escritor y miembro del PEN-Filial Cochabamba.
Fuente: http://www.lostiempos.com/lecturas/varios/varios/20160123/hasb%C3%BAn-los-desafectos-familiares-_330653_734916.html